Entre denuncias cruzadas, renuncias deportivas e investigaciones internas, el club atravesó una etapa crítica. San Lorenzo reclama unidad para retomar el rumbo.
Desde que se filtró el video que desencadenó causas mediáticas y judiciales, Marcelo Moretti quedó en el ojo del huracán. Se presentó a declarar y luego pidió licencia para apaciguar el clima político en el club.
Mientras tanto, la Justicia porteña avanzó con testimonios y secuestró el celular presidencial. El opositor César Francis presentó una nueva denuncia ante la Justicia Nacional y la Comisión de Ética inició una pesquisa, rodeada de dudas sobre su independencia y funcionamiento.
Con Moretti de licencia y Navarro sin asumir, Julio Lopardo quedó al mando. Deportivamente, el equipo se metió en semifinales, pero se desarmó: Russo se fue a Boca, Braida lo siguió y crecieron los reproches de los socios. Además, se supo que Moretti había apuntado a Leandro Ayude como posible DT.
También se destacaron movimientos como el retiro de Iker Munian, falencias alimentos en la pensión y sanciones al fútbol femenino por falta de ambulancia. Sagardoy desplazó al Director de Deportes en medio de internas.
Sin embargo, el club inauguró su nueva sede social, canceló las cuotas atrasadas para levantar la sanción del básquet y cerró incorporaciones en el plantel.
La marcha de socios con la consigna “elecciones ya” terminó polarizada y cuestionada por su uso político en redes.
Conclusión: San Lorenzo necesita respuestas y gestión, no más movimientos partidizados. La conducción, encabezada por Moretti, debe reorganizarse para recuperar la unidad.
